miércoles, 28 de septiembre de 2011

NO LLORES, MUJER


La modelo Christy Turlington sufrió algunas complicaciones durante el parto de su primer hijo. Vivir en EEUU y tener seguro médico le salvo la vida. Pero a partir de ese momento se planteó qué pasa con las mujeres que carecen de seguro, aquellas que tienen muy lejos el hospital, o aquellas que simplemente no quieren ir porque no está bien visto en su comunidad. Su preocupación por la mortalidad materna la llevó a visitar diferentes países alrededor del mundo y a crear la Organización Every Mother Counts. El documental No llores, Mujer nos cuenta los problemas que encuentran las mujeres tanto en el embarazo como en el parto en los siguientes países: Tanzania, en África; Bangladesh, en Asia; EEUU, en Norteamérica y Guatemala, en Centroamérica.


Janet vive en Tanzania. Cree que está de parto y va al dispensario. Permanece allí unas horas pero no da a luz. En el dispensario sólo hay cuatro camas que otras personas necesitan por lo que se ve obligada a marcharse. Vuelve a casa andando, ochos kilómetros a pie. Esa misma noche regresa al dispensario porque sufre fuertes dolores. Se trata de un parto difícil y en el dispensario no tienen medios para tratar partos largos y hemorragias. Su problema es ser bajita, las mujeres bajitas con huesos pélvicos pequeños suelen tener más problemas al dar a luz.

Janet debe ir al hospital para no correr riesgos. No tiene nadie que la lleve, no tiene dinero para comida ni para transporte. Gracias a que hay una cámara con ella puede ir a un hospital. Los que están grabando el documental consiguen una furgoneta que cuesta 30 dólares, lo que la familia de Janet gana en un mes. Si este documental no se hubiera grabado, si en vez de Tanzania hubieran ido a Mozambique, Janet y su hijo podrían no haberse salvado. Pero se grabó en Tanzania y Janet dio a luz en el hospital un niño sano.

Janet es consciente de la importancia de la educación. De camino a su casa, con su hijo en la espalda, dice: “los que me salvaron la vida es porque había recibido una educación”.

La comunidad se lamenta. Si perdemos un miembro de la familia, lo perdemos todos. La muerte de una mujer afecta a toda la familia, es catastrófico porque ellas tienen todo el peso, cocinan, van a por agua…

Vemos como una chica de 16 años vuelve al dispensario. Pronóstico: pelvis muy estrecha, no hay espacio para que pase el niño. La niña llora, tiene miedo. La historia se repite, y se sigue repitiendo.


A pesar de lo que muchos de nosotros podemos pensar, EEUU no es el mejor lugar para dar a luz. En un país donde más de 40 millones de personas carecen de seguro médico (sí, prácticamente el total de la población española), el momento de convertirse en madre es extremadamente caro. En Florida todos los servicios médicos básicos en el embarazo cuestan entre 2000 y 4000, sin hospital, sin retrasos, sin complicaciones, sin cesáreas. Las cesáreas son entre 15.000 y 20.000. Obviamente, EEUU no es el peor sitio para dar a luz, pero uno no se imagina que haya 40 países donde la mortalidad infantil sea más baja que en EEUU.


Si el problema en Tanzania era en kilómetros, en Bangladesh es cultural. Las mujeres embarazadas reciben el apoyo de sus familias, pero se cree que es mejor que tengan a sus hijos en casa. La mayoría de las mujeres dan a luz en sus propios hogares con ayuda de parteras tradicionales, muchas de ellas sin ninguna formación. Una mujer a punto de dar a luz asegura: “Si decido ir será de improviso y nadie se dará cuenta”. Tiene miedo de perder al niño, tomó medicinas para quedarse embarazada. No sabe si su marido la habría abandonado si no se hubiera quedado embarazada. En Bangladesh siempre la culpa de la infertibilidad es de la mujer. Al final se decanta por la partera, pero tiene una hemorragia y la llevan a hospital.



Algunos datos:
En África, 1 de cada 23 mujeres mueren en el parto.
En EEUU, 1 de cada 5 mujeres en edad de procrear no tiene seguro.
En Bangladesh, el 91% de los partos se producen fuera del centro hospitalario.

Información:
http://www.rtve.es/television/20110313/documentos-tv-no-llores-mujer/414578.shtml
Facebook: https://www.facebook.com/everymothercounts

sábado, 12 de febrero de 2011

COMERCIO JUSTO


"Let's go strong with fair trade for a better world!".

Tara es una cooperativa que pertenece a Fair Trade Forum- India. Es uno de los fundadores, junto con otras organizaciones, productores, grupos de artesanos y todos aquellos implicados en los procesos de comercio justo. FTFI comenzó en el año 1998, se registró en el 2000 y son 12 sus miembros fundadores.

India destina poco dinero a la salud, lo que supone que haya mucha mortalidad, sobre todo infantil. Otro problema grave para la sociedad son las castas, que a pesar de estar abolidas siguen estando presentes en el día a día de los indios. Las minorías religiosas, como los musulmanes, no reciben mucha atención por parte del gobierno. Los ciudadanos indios participan escasamente en la vida política. El Derecho a la información es más bien una utopía.

Tara comenzó en los sesenta y actualmente engloba a 20 grupos productores. Su principal objetivo es defender los derechos de los trabajadores. Intentan sacar a los menores del trabajo infantil para darles una educación. Son conscientes de la existencia de niños trabajando en espacios muy pequeños y prácticamente a oscuras. Reciben 1000 rupias al mes, lo que son unos 12€. Esos niños hacen estrellas para árboles de navidad.

Les preocupa el medio ambiente, uno de los proyectos que han realizado es la plantación de árboles en Agra, y la conservación del agua. También tienen un proyecto de microcréditos. Un ejemplo es el de dos mujeres de los slums que gracias a un microcrédito pudieron poner en marcha su propio negocio, compran zapatos viejos, los arreglan y los venden por el doble o el triple. Además Tara realiza campañas de sensibilización.


En Delhi tienen sus oficinas, un taller y una tienda en la que exponen las muestras que enseñan a aquellos que van a solicitar productos, como Intermón Oxfam. Intermón va a Tara y les pide algunos productos para sus tiendas de España.

Uno de los grupos que forma la cooperativa está en Pataudi. Allí trabajan desde hace doce años musulmanes e hindúes juntos, algo a veces no tan fácil, y mujeres y hombres cobran lo mismo por su trabajo.  En esa misma zona ayudan a mantener una escuela en la que también enseñan a jóvenes a coser.